Cruz Roja facilitó un servicio gratuito para que personas con discapacidad o problemas de movilidad pudieran acudir a los colegios electorales del que, solo en el municipio de Santa Cruz, hubo trece beneficiarios
José Ramos tenía clarísimo que por encima de todo quería votar ayer. Una reciente operación de cadera no se lo iba a impedir, tal y como contaba por la mañana a El Día en su casa mientras tomaba el primer café de la jornada. Convenció a su mujer, Carmen, y a su hija, Desireé, para que llamaran al teléfono que ofrecía Cruz Roja esta semana para facilitar a las personas discapacitadas o con movilidad reducida su acceso a los colegios electorales. Sentado en su silla de ruedas esperó hasta la llegada de los voluntarios. Como él, hasta otras doce personas se beneficiaron en el municipio capitalino del servicio gratuito que ofreció hasta el cierre de la fecha electoral la institución humanitaria.
A las 9:20 horas, puntual, llegó el vehículo de la ONG que había salido un rato antes desde la sede central de la calle San Lucas. Lo ocupaban dos trabajadores, el conductor Iván Bonilla (siete años en la organización) y José Manuel Rodríguez (cinco años en Cruz Roja y apenas dos meses como contratado) y el voluntario Yender Rivero. Distinción que no es exacta porque todos dejan su tiempo y su vida de manera desinteresada por los demás.
Mientras entre los tres bajaban a José, su esposa y su hija seguían a la silla con los votos ya metidos en sobres. Era temprano y apenas se veía alguna persona paseando su perro por el corazón de García Escámez. Una vez en el colegio el antiguo cine y sede de la ONG solidaria y vecinal que preside la incombustible África Fuentes la mayoría de la gente eran personas mayores -con sus sobres traídos desde casa casi todos- como corresponde a un barrio envejecido de la periferia chicharrera. Dentro del macrodistrito de Ofra.
José y Carmen Herrera tienen la misma edad, 75 años, y su hija Desi, soltera, vive con ellos en la casa familiar de García Escámez. Mientras un voluntario conduce la silla, ellas cuentan la procedencia andaluza de José, sargento ya jubilado de la Guardia Civil, y recuerdan su insistencia por votar. Todo ello «a pesar de que tiene una prótesis desde la operación del 19 de marzo». Carmen explica: «Llevamos aquí en toda la vida porque la casa la heredé de mis padres».
Apenas 100 metros separan la vivienda del colegio electoral. Una vez que ha cumplido, José Ramos reitera que está «contento». Primero que nada «por cumplir con el voto que me parece algo fundamental». Luego deja al periodista como despedida una frase enigmática: «Defraudado con los que salen pero ilusionado con los que llegan». Que cada uno saque sus propias conclusiones.
Iván, José Manuel y Yeder acabaron su primera tarea con «satisfacción» al permitir ejercer su derecho al voto a quien lo necesita. Iván, el conductor, valora: «Hay quien no quiere salir de su casa pero otros sólo necesitan un poco de ayuda. Y es lo que intentamos».
Ellos tenían que resolver ayer la denominada Ruta 2 de Santa Cruz. En la calle Benavides les esperaba luego Gloria, con problemas en las piernas, y más tarde, en la Bethencourt y Molina, en el entorno del Mercado Nuestra Señora de África. Benedicta. En estos dos últimos casos deberían usar la silla especial que tenían en el interior del vehículo. Más dificultades pero «bienvenidas sean».
En la Ruta 1, que desarrolló un vehículo más pequeño, Cruz Roja facilitó el voto a cuatro usuarios del Suroeste (tres de El Sobradillo y uno de Añaza) y a otros dos de Ofra. La Ruta 3 recorrió la zona del Hospital del Tórax, la calle Primo de Rivera, Barrio Nuevo y las cercanías del colegio Isabel La Católica, en el barrio de El Cabo. Por la tarde, «nos toca votar a nosotros», apuntaron los voluntarios de Cruz Roja.
En las anteriores elecciones generales de 2016, la institución benefició con su servicio de transporte adaptado en Canarias a 67 personas, 38 de ellas en la provincia occidental.
Las previsiones apuntan a que este año s e pueden superar las 50 en Santa Cruz de Tenerife. Desde la institución apuntan que «este es un servicio que entra plenamente en la filosofía de nuestra organización de cercanía con las personas vulnerables. En este caso aquellas que carecen de movilidad y autonomía».
José, Gloria y Benedicta, entre otros, pudieron votar ayer gracias al esfuerzo de Iván, José Manuel y Yender, ejemplos de los miles de voluntarios de Cruz Roja que hicieron lo mismo por todo el país.
Las ganas de unos por ejercer su derecho democrático y la de los otros por ayudar a los demás de forma altruista concluyeron durante el día de ayer en una fuerza imparable: la del voto.
Fuente: El Día