Que en este mundo donde cada vez estamos más enfadados, más tristes, más irritados, donde todos y todo nos molesta, haya personas como las que anoche estuvieron en Got Talent no es entretenimiento es una necesidad
«Ella fue a nacer / En una fría sala de hospital / Cuando vio la luz / Su frente se quebró como cristal / Porque entre sus dedos a su padre / Como un pez se le escurrió / Hace un mes cumplió los veintiséis / Sólo pienso en ti…» Reconozco que con sólo escuchar los primeros acordes del Sólo pienso en ti de Víctor Manuel mi corazón se estremece. Como bien dijo anoche Paz Padilla en Got Talent es una canción que me pone triste, hasta anoche, hasta que Ismailah se subió al escenario del programa, hasta que Ismailah sonrió, hasta que Ismailah entonó ese «hey» que en su garganta no duele, en su garganta reconforta.
Porque la historia de Ismailah no tiene nada que ver con la historia de ese Sólo pienso en ti, y lo tiene que ver todo. Ismailah se había levantado a las 05.00 horas de la madrugada y había cogido un avión desde las Palmas de Gran Canaria para cumplir su sueño. Pero Ismailah acabó cumpliendo el sueño de muchos. Ismailah sólo había ido a cantar, sólo había ido a entonar ese «hey», ese «juntos de la mano», ese «no puede haber nadie en este mundo tan feliz», e Ismailah y Got Talent acabaron regalando una lección de vida maravillosa, estremecedora, sobrecogedora.
Porque anoche Got Talent se superó en todos los sentidos. Ismailah, Rosa, Xayo, Peter… Todos ellos hicieron un programa de esos que te acuestas con el corazón encogida, pero te levantas al día siguiente con la sensación de haberte reconciliado con el mundo, contigo mismo y con los demás. ¡Qué bien sienta llorar, leñe!
Sus historias, sus superaciones, sus miedos, sus osadías, sus necesidades son las de muchos, son las de todos porque al final al verles te conviertes casi casi en uno de ellos. Que en este mundo donde cada vez estamos más enfadados, más tristes, más irritados, donde todos y todo nos molesta, haya personas como Ismailah o como Rosa es un regalo.
Hacía mucho, muchísimo tiempo que no lloraba tanto con un programa de televisión. Es cierto que el botón de la sensibilidad y de la emoción lo tengo muy delicado, y que cada vez que me siento a ver cualquier programa de televisión lo vivo con tal intensidad que es difícil no hacerme llorar, reír, cabrearme y lo que sea. Pero anoche la historia de Ismailah, su actuación, su sonrisa, su dulzura, su todo no sólo me hicieron llorar como hacía mucho tiempo que no lloraba, sino que, efectivamente, hoy me he despertado reconciliada con el mundo. ¡Gracias Ismailah!
Cómo sería que ni siquiera la movida de Risto Mejide y Santi Millán que acabó con Risto abandonando el programa, como tantas otras veces, pasó de algo más que anecdótico. Si no hubiera estado Ismailah, si no hubiera estado Rosa hoy el enfrentamiento entre presentador y jurado hubiera sido lo más destacado televisivamente hablado del programa. Pero sí estuvieron.
Cuando las cosas se hacen bien, cuando se da la oportunidad a todo el mundo, cuando se valora a todos por igual, cuando alguien es feliz y hace feliz a los demás ni los enfados ridículos de Risto, ni los piques de Santi Millán ocupan lugar. Es cuando realmente se puede hablar del Got Talent de verdad. E Ismailah es tan de verdad…
Ismailah es un joven de 32 años cuyo sueño siempre ha sido cantar, pero no cantar porque le guste la música o porque tenga una gran capacidad para ello, que la tiene, sino porque para Ismailah desde pequeño la música ha sido su forma de expresión. Ismailah «es especial», sufre una discapacidad desde que era un niño, Ismailah tiene la sonrisa más maravillosa que he visto en mucho tiempo. Es una sonrisa que llena todo, es una felicidad que inunda cada rincón de oscuridad. Y cuando canta, ¡ay, cuando canta! Cuando canta todo es posible.
«Él nació de pie / le fueron a parir entre algodón / su padre pensó / que aquello era un castigo del señor / le buscó un lugar para olvidarlo / y siendo niño le internó / pronto cumplirá los treinta y tres / sólo pienso en ti…»
Acompañado por su madre, la verdadera culpable de que anoche Ismailah nos diera la lección que todos necesitábamos, llegó a Madrid, llegó al teatro y esperó a que le dieran su número y le llamaran para cantar mientras preparaba la voz y le preguntaba a su madre si le estaban grabando. Ella no le dejó en ningún momento, le agarró la mano bien fuerte y le dio los últimos consejos: «vocaliza (…) transmite (…) disfruta». Ismailah disfrutó, pero quienes lo vimos disfrutamos mucho más.
Llenó todo el escenario, todo el teatro, cada asiento y, probablemente, cada casa de magia. Y, por supuesto, emocionó, y no lo hizo porque Ismailah tuviera una discapacidad y cantara la canción de Sólo pienso en ti, lo hizo porque Ismailah «es especial», porque Ismailah es todo felicidad, porque Ismailah es todo luz. Si a Ismailah le vemos por la calle nadie se fija en él, como nadie se fija en el que va andando al lado, pero el escenario de Got Talent es ese trampolín que puede cambiar la vida del que participa o puede cambiar la vida del que lo ve.
La mayoría de las veces Got Talent cae en una cansina repetición del que sabe que determinadas cosas tienen éxito y no hay por qué cambiarlas. Son las actuaciones -cada vez más aburridas- de niños bailando, niños cantando, grupos inmensos de baile, acróbatas, magos, etc. Sin embargo, hay veces que llegan «personas especiales», que vienen a hacer lo mismo que han hecho otros tantos, pero que tienen algo (una historia, una vida, un camino…) que los demás no lo tienen.
No creo que a Ismailah anoche Got Talent le cambiara la vida, simplemente, Got Talent le dejó cumplir su sueño de cantar, pero sí nos la cambió a quienes le vimos. No sólo es todo aquello que desprendía Ismailah, es que Ismailah hizo todo lo que le aconsejó su madre y llevó a cabo una actuación espectacular.
Sólo él en el escenario, con su camisa blanca, sus bermudas vaqueras, sus sandalias, su micrófono y sus manos, esas manos que con cada «hey» y cada «sólo pienso en ti» se alargaban como si llegaran a tocar al público. Ese «hey» que emocionó a Edurne por su dulzura y su cuidado. Porque Ismailah también canta bien.
«Ismailah me ha gustado mucho tu canción. Es una canción que a mí me pone triste, pero viéndote a ti cantándola me alegra muchísimo porque sé que te hace feliz. Eres un ser especial y haces feliz a todos los que están a tu vera«, le dijo una emocionada Paz Padilla, que no pudo evitar levantarse y besar a Ismailah nada más acabar su canción.
«Se nota que lo has disfrutado mucho. Me sorprende porque tienes una voz al hablar que cuando cantas no tiene nada que ver. Es mucho más dulce. Me alegro que hayas venido, que hayas disfrutado y que nos hayas hecho disfrutar a nosotros«, añadió Edurne, mucho más fría -alguien tiene que poner algo de raciocinio-.
Y le tocó a Risto, uno de los jueces favoritos de Ismailah, y todo podía ocurrir, con Risto nunca se sabe: «Te lo han dicho todo mis compañeros. Yo creo que la música también está para esto, la música está también para darnos lecciones, lecciones de vida a todos. Gracias».
Ismailah sonreía y agradecía los aplausos del público y las valoraciones del jurado, y entonces entró su madre acompañada por Santi Millán, la madre que quiso que su hijo cumpliera su sueño de subirse a un escenario y cantar, y esa imagen de madre e hijo agarrados de la mano, escuchando cada sí del jurado y contando los que llevaban, mientras la madre se los iba confirmando, es una de esas imágenes que deberíamos recordar cuando pensamos que todo se desmorona.
A Ismailah no le dieron el pase de oro, que lleva directamente a la semifinal, pero Ismailah ya es el ganador de Got Talent. Da igual si dentro de unas semanas llega a la final y gana o pierde, porque Ismailah fue el vencedor de muchas cosas. Como lo fue Rosa, La niña del tupé, que acudió al programa para versionar la canción Halelluyah con su propia letra, con su propio «estamos hechos para amar».
Y es que detrás de la historia de La niña del tupé, de Rosa, hay una historia que doblegó hasta el mismísimo Risto Mejide que tuvo que subir al escenario cuando Rosa se rompió en mil pedazos al contar lo mucho que le costó aceptar su orientación sexual y la situación que tiene en casa donde su familia no la apoya.
Igual que para Ismailah la música ha sido siempre su forma de expresión, para Rosa la música fue su forma de liberarse de la tortura que ha vivido. Hay que ser muy valiente, la más valiente, para hacerlo en un programa de televisión, sobre un escenario y esperando a que te valoren y juzguen. Pero Rosa ha debido pasar tanto miedo, que Got Talent no da miedo, Got Talent es un respiro.
«No has hecho nada malo, lo han hecho ellos», le dijo un Risto al que situaciones como las de Rosa le duelen y siempre saca su lado menos amargo. Sin embargo, Risto Mejide no le quiso dar su sí, sólo se lo dará cuando sus padres vengan con ella. Tal vez, no era necesario, porque lo que Rosa quería, lo que Rosa buscaba con Got Talent era liberarse y para liberarse hay que dejar de tener miedo. Porque el que teme es un esclavo.
Me quedo con la frase final de Dani Martínez tras la actuación de Rosa: «Me he dado cuenta que Got Talent no es solo talento, sino emoción, mensaje, valentía y reivindicación». Y anoche Got Talent fue todo eso, anoche Got Talent fue mucho más que un programa de televisión.
Fuente: El Mundo